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"REGALO DE DIOS"
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"versos amorosos"
"Versos amorosos"
He escrito este poemario dedicado con todo mi amor a mi esposa, Elena de Armenteras, para enaltecer el amor humano en todas sus facetas o modalidades.
Quisiera que la sexualidad tan enaltecida y tan último fin o motivación en la mentalidad y valoración de las parejas de hoy quedara mucho más enaltecida y elevada en el contexto del verdadero amor humano y en el profundo sentido del amor unitivo cristiano.
Dios hizo el amor maravilloso, también en su faceta de amor sexual o sexualidad conyugal, y unas veces la misma exégesis cristiana la ha deformado en un sentido puritanista y jansenista de supervaloración del espíritu y de infravaloración, cuando no satanización del amor carnal y corporal, como expresión suprema del amor relacional de la pareja.
Cristo mismo habla de una sola carne, dando al espíritu lo que es del espíritu y al cuerpo lo que es del cuerpo.
Toda la materia, también y sobe todo la corporal y humana, son obra amorosa del Creador, que ama al hombre tan en su totalidad que asumió su naturaleza humana, en su persona divina, y "se hizo hombre y habitó entre nosotros" asumiendo toda nuestra espiritualidad y corporalidad "menos el pecado". Cristo es un ser sexuado en su naturaleza humana, totalmente "limpio de corazón" como Dios nos creó en un principio.
No denigremos la sexualidad como "camino hacia el pecado y el fango" sino démosle toda la exaltación como camino y culmen del amor matrimonial y de pareja.
Recuperemos la sexualidad en su bondad y maravilla tal como la creó Dios y está descrita en Génesis y en toda la palabra de Dios, culminando en la bendición de Cristo en las Bodas de Caná y en su Evangelio o "buena nueva". Respiremos todo el amor humano y la maravillosa sexualidad en este hermoso contexto de "buena nueva".
Con cariño a todas las parejas humanas para que encuentren en el pleno concepto del amor el sentido pleno de este regalo de Dios que es su sexualidad.
Dios nos creó para el amor. Dios nos creó pues también para la sexualidad,
porque Dios nos amó en toda nuestra plenitud.
A MANERA DE DISCULPA.
Descubrir en "los aconteceres" la mano de Dios es creer en La Providencia. Ella, Elena, se cruzó en mi vida "por un designio amoroso de Dios". De ahí el título de este libro: "Regalo de Dios"
Fui purificando mi amor en el crisol de la abnegación y la ascética para que fuera "puro", a "imagen y semejanza de Dios".
Humano, apasionado,(realizado con ahínco, con interés profundo,) tierno, delicado, atento, cariñoso, y al ser de "pareja humana", sexual, sensual, (de todos los sentidos) apasionado,(con vértigo y desbordamiento)y siempre acompasado por el camino de la vida que nos lleva de vuelta a la Casa de nuestro amoroso Padre.
Pero esa ascética no lo hizo triste y taciturno, quejumbroso y dolorido, sino alegre, sonriente, cantarino, sonoro.
Dios se fue "encarnando" en él. En nuestra realidad humana. Y su Amor fue "elevando" nuestro amor. No como un amor nuevo y distinto. No como un tercero. En la misma realidad humana de nuestro amor matrimonial y conyugal, de pareja. Como el "agua" de Caná en "vino", sin dejar de "ser" un "líquido", (el amor) cambió su cualidad. Como un grano de trigo convertido en un grano de oro. Sin dejar de ser "nuestro grano humano, amor de pareja, El lo transformó en "grano divino", su amor de Dios. Y llegó a ser un Dios cercano. Estaba en las caricias, en el paso acompasado, en la pasión. Cuando Elena me besaba sin dejar de ser su beso, y "sólo su beso", era el beso de Dios. Dios me besaba.
Dios me amaba en su mismo amor, con su mismo amor.
Nunca sino en la Eucaristía, común-unión con su Persona, llegó a estar tan cerca de nosotros, como cuando comulgábamos nuestros cuerpos impulsados por el amor de nuestras vidas, conscientes en la donación y la entrega total y voluntaria.
Lleno de todo el "GOZO" -placer del espíritu,- de la conciencia de ser "contigo", ser amado, y del placer, - gozo de los sentidos, - de la posesión de todos los resquicios de su cuerpo, entrega personal desbordada. Podíamos descansar apoyada su cabeza amorosamente en mi pecho, - nuestros cuerpos desnudos de egoísmos,- y decirle "Gracias Padre; gracias por el placer y el gozo del amor; gracias por estar en él con nosotros."
A veces nuestro amor se hizo vida. Y nosotros volvimos a ser padres porque Dios es Padre. Pero Dios volvió a ser Padre, un nuevo hijo de Dios, porque nosotros le "hicimos" Padre. Le "forzamos" a crear un alma nueva y a infundir un nuevo soplo de vida. Y cuando le besábamos, Dios le besaba en nuestro beso y le amaba en nuestro amor.
Le dejamos nuestros labios para besar y nuestros corazones para amar a todas "sus criaturas" y a todos los "hijos de Dios".
Incluso el Padre amó en nuestro corazón y en el corazón de nuestros hijos, educar en cristiano, a su Propio Hijo, Jesucristo, con nuestro amor, "insuflado" por el Espíritu.
Esa es la mística que quiere expresar este libro. Una nueva mística. Dios amante puede "levitar" el alma del amado hasta las delicias del amor divino. Es una ascensión. Dios puede incrustarse en nuestras realidades humanas y transformar, sin dejar de ser "nuestro", nuestro amor en su Amor. Es una nueva encarnación. Místicamente Dios se hace realidad y presencia en nuestra realidad cotidiana. No es la mística del "vivo sin vivir en mí". Es la mística de vives en mí y en ti vivo. Dios se hace presente y vive en mi mismo yo, sin dejar de ser yo ni de ser El.
"Vivo, más no yo, es Cristo que vive en mí" grita Pablo.
No hay momentos de arrebatos divinos. No hay "elevación" a la otra dimensión del tercer cielo. Es la mística de la vida cotidiana. Con los pies en la tierra. Es vivir "la vida sobrenatural" en la naturalidad de nuestra vida. La que va haciendo "santa" cada cosa que hacemos, cada ser que amamos, cada momento que vivimos, porque Dios es tres veces Santo. Y estamos sumergidos en El. Llenos con plenitud de El. Santos, no en nosotros, "siervos inútiles", sino en El.
nota bene: esta "disculpa" está relatada en pasado por pudor del alma.